Nuestra escuela está habitada por distintas temporalidades. Es el resultado de un proyecto que comenzó hace 35 años, y cuyos valores nos orientan. Es una institución que se desarrolla en el presente, atenta a las transformaciones y las nuevas demandas sociales. Es, también, un espacio de construcción de futuro.
Imaginamos nuestras aulas como lugares en los que las y los estudiantes se preparan para habitar el mundo que viene. Un mundo que apenas empezamos a conocer, del que solo tenemos algunas pistas. Es por eso que elegimos formarlos no solo en las habilidades necesarias para manejar esta u otra novedad tecnológica, sino, sobre todo, para que puedan construir un porvenir en el que estas herramientas sean puestas en serie con un conjunto de valores que les den sentido y que son aquellos que, a fin de cuentas, organizan el mundo.
No sabemos cómo será el territorio del futuro pero, aun así, creemos que es posible construir mapas que nos orienten en su camino. Un camino que elegimos recorrer junto a otros porque, en la escucha mutua y en el intercambio, con creatividad y con la capacidad de vincularnos, es posible darle forma a un proyecto vital.