La insistencia en el existir
Autores: Equipo Directivo
Nuestra editorial del año pasado comenzaba haciendo referencia al hecho de que las innovaciones tecnológicas no se detienen. Esto obliga a la escuela a repensarse e interrogarse acerca de las consecuencias de estas transformaciones y de cómo estas nuevas posibilidades impactan en los seres humanos y el mundo. Este año lo que irrumpió con fuerza en el ámbito escolar fue el uso de la inteligencia artificial (IA) a través de Chat GPT.
La IA recolecta, manipula, controla, analiza datos y nos sugiere acciones a partir de ese proceso. Si el Chat GPT, por ejemplo, a través de un prompt puede producir un texto, la pregunta que nos cabe es para qué la escuela, para qué enseñar gramática, ortografía, redacción, argumentación si el chat ya produce lenguaje.
Pero, ¿produce lenguaje? Si pensamos, como Ernst Cassirer, que el humano es un ser simbólico, que construye su interacción y comprensión del mundo a través de una trama simbólica producida por él mismo, en la que el lenguaje es uno de sus componentes, evidentemente la respuesta es no.
El uso de esta herramienta implica que estamos dejando en manos de sistemas automatizados nuestras capacidades de conocimiento y creación, desconociendo que el texto producido por el chat es un pseudolenguaje. En términos de Eric Sadin, hablamos de un lenguaje “clonado”, homogéneo, estandarizado, sin huella del lenguaje como producción simbólica propia y singular de cada sujeto.
Dejar en manos de la IA la búsqueda de soluciones y respuestas a nuestros interrogantes podría generar lo que comienza a conocerse como sedentarismo cognitivo. Diego Slezak, Director del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de la UBA, afirma que ceder una capacidad a un dispositivo tecnológico hace que, de a poco, esa capacidad se oxide y se pierda.
Este tipo de sistemas son bienvenidos y seducen porque brindan beneficios inmediatos con la sensación de no producir pérdidas y evitar el esfuerzo. Desde la escuela, consideramos que el conocimiento y la creación humanos implican voluntad, tiempo, esfuerzo. Sin negar las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, nuestra tarea es pensar y visibilizar los riesgos que las mismas conllevan para lo humano. El uso de estas herramientas es necesario para la vida actual, pero consideramos que la clave es ser críticos y hacer uso de ellas con responsabilidad y conciencia.
Seguimos afirmando que el aprendizaje significativo para la vida se construye con otros, interactuando entre nosotros y respetando los procesos y temporalidades individuales. Es a partir de este encuentro humano que es posible construir sentido y cultura. Si bien las máquinas funcionan rápido y sin errores, la experiencia y la creación humanas requieren la posibilidad de error, esencial a todo proceso de aprendizaje. Continuamos sosteniendo nuestra idea de la escuela como el lugar para pensar este mundo complejo y priorizar lo humano.
Construir colaborativamente
La dirección de la escuela desempeña diversos roles que van desde la conducción de un proyecto institucional hasta el seguimiento de las trayectorias escolares de cada uno de los estudiantes. Para abordar cada una de las tareas es necesario establecer prioridades; organizar los tiempos y preparar los espacios de intercambio tanto con los docentes como con las familias; y, principalmente, armar equipo. En este proceso, se va dando forma a la escuela que deseamos, la que representa a la comunidad que la compone y la que transcurre de acuerdo a las acciones de sus maestras y profesores: poniendo en juego decisiones pedagógicas pensadas estratégicamente en función de objetivos educativos.
La escuela es el escenario ideal para interactuar, pensar con otros, debatir puntos de vista, exponer modelos de enseñanza y compartir experiencia y formación. En este contexto construimos cultura colaborativa: personas (colegas, estudiantes, directivos y familias) que se expresan a través de su trabajo en relación con todas las demás. Para ello es necesario un equipo directivo que esté dispuesto y disponible, que fomente el pasaje desde el trabajo aislado y solitario que históricamente realizamos los docentes, hacia un modelo colaborativo, en el cual todos se sientan parte.
En este interjuego prevalecen el respeto y la escucha, el compromiso y la responsabilidad. De lo contrario, sería imposible construir en colaboración. Intentamos institucionalizar prácticas dentro de la escuela que vayan más allá de las personas. Socializar y valorar los proyectos mejora la convivencia entre adultos y promueve un mejor abordaje de los conflictos.
Por otra parte, pero en la misma dirección, la comunicación juega un papel fundamental en la institución educativa. Por ello es importante fomentar reuniones y espacios de trabajo y reflexión para conversar, para informar, para evitar malos entendidos y para que todos sientan que su voz vale.
El tiempo escolar es tiempo de enseñanza y de aprendizaje, es tiempo de acuerdos y de consensos. Las aulas reflejan esta modalidad de trabajo. En ellas se materializan estas decisiones. Es allí donde tanto la conducción como el equipo docente enseñan y aprenden a la vez. De este modo, intentamos ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, como así también entre lo que realizamos y lo que gestionamos para que, efectivamente, ocurra.
Educar en la cultura digital
Todos los días escuchamos o leemos artículos sobre la conveniencia de usar celulares en la infancia o sobre el tiempo adecuado de exposición según la edad.
Como institución, nos cuestionamos otras cosas: creemos que no podemos aislar a los niños y niñas de un mundo atravesado por pantallas, sabiendo que, además, esa interacción es cada vez más creciente. Entonces, nuestras preguntas son diferentes. Por ejemplo: ¿cómo educarlos en la cultura digital? ¿Cómo formar ciudadanos digitales?
Sabemos que la exposición sin acompañamiento puede afectar el desarrollo emocional, la atención, el sueño, la socialización y la seguridad de niños y niñas. Por eso, en la escuela, cuando se utiliza una pantalla, es con la supervisión de un docente que seleccionó el contenido pedagógico adecuado y lo acompañó durante el desarrollo de la actividad, promoviendo la interacción social y limitando el tiempo de uso; encontrando un equilibrio entre actividades lúdicas, emocionales, de lenguaje, de movimiento y la educación digital.
Pero las pantallas no son la única estrategia pedagógica: armamos salas inmersivas, utilizamos realidad aumentada, viajamos con Google maps, Google lens, escaneamos códigos QR, entre otros recursos.
Los formamos en esta cultura que nos atraviesa. Por ejemplo, en la Sala de 3, durante la segunda jornada de Educación Sexual Integral (ESI), en la que los chicos y chicas trabajaron sobre “Formas saludables de vincularse y expresar sentimientos, emociones, afectos y necesidades propios y de los demás” y “La solicitud de ayuda ante situaciones que dañan a la propia persona o a otros/as”, con el cuento “El plan” de la autora Eva Mastrogiulio y Ethel Batista. Luego, de forma colaborativa, recrearon la narración del cuento: grabaron las voces de los personajes y armaron un vídeo con títeres contando la historia.
En la Sala de 5, la docente trabajó sobre el conocimiento de la declaración de nuestra independencia, el 9 de Julio de 1816. Usando Google maps recrearon el recorrido de los congresistas que, desde diferentes provincias, viajaron en carretas, diligencias o a caballo hasta Tucumán atravesando caminos de tierra. Y localizaron con el buscador dónde se encuentra situada la Casa de Tucumán.
Como parte del Proyecto Institucional “Educación para la sustentabilidad”, este año incorporamos el reciclado de papel incluyendo la participación de la comunidad en esta problemática ambiental. A través del Comité Ambiental, se evaluó el exceso de residuos de papel en el jardín y se propuso hacer papel reciclado plantable. Salieron a entregar a los vecinos papel plantable con un QR que explicaba cómo utilizarlo.
Nuestro desafío es continuar educando a las infancias a través de un uso consciente y responsable de las tecnologías disponibles, desarrollando habilidades que les permitan crecer como ciudadanos digitales.