Una propuesta que siempre resulta interesante al trabajar en Ciencias Sociales o Naturales es la lectura de imágenes: los chicos suelen sorprenderse cuando caen en la cuenta de que las imágenes también dicen…

Obviamente que por sí solas no; al igual que con un texto, siempre es necesario el rol activo del sujeto que las lee (y, por lo tanto, interpreta). Este es el caso de los chicos de 4° grado, que por un rato se convirtieron en detectives de imágenes.
Estábamos comenzando a investigar a una de las más grandes civilizaciones silenciadas a partir de la conquista europea de América: el Imperio Inka. Ya habíamos reconocido la existencia de pueblos originarios en nuestro país en la actualidad, a partir de materiales audiovisuales y del reconocimiento de palabras de origen indígena que son de uso habitual en nuestro idioma: zapallo, ojotas, cancha, mate, maracas, llama, entre muchas otras.
Habíamos continuado, ya en una segunda clase, ubicando a los inkas en tiempo y espacio: un texto, una línea de tiempo y varias fechas reconocidas por los chicos —como sus fechas de cumpleaños, la de la Revolución de Mayo y la del origen y apogeo de los inkas— permitieron construir una idea del tiempo histórico. Luego, comparando un mapa temático del imperio y un mapa físico político de Sudamérica, pudimos ubicarlo en la zona andina de nuestro continente.
Llegamos entonces a nuestra tercera clase: el objetivo era que pudieran hipotetizar algunas características de la vida cotidiana de los pueblos andinos del imperio Inka agudizando sus miradas y analizando las imágenes seleccionadas. Para ello, se armaron tres grupos. Cada uno trabajó con una serie de representaciones diferentes, intentando responder una cantidad de preguntas: ¿quiénes aparecen en la imagen?, ¿qué están haciendo?, ¿cómo están vestidas?, ¿qué llevan en las manos?, ¿qué hacen los varones y qué hacen las mujeres?, ¿tienen todos la misma edad?


Las preguntas apuntaban a que enfoquen sus miradas en aspectos que, quizás, pudieran pasárseles por alto: ahí está el rol de nosotros, los maestros, se trata de colaborar para que observen con atención, interpreten y argumenten dichas interpretaciones. Más adelante, cada grupo completó su trabajo leyendo un texto que ayudaba a confirmar o refutar las hipótesis. A continuación, expusieron su investigación a los demás, abarcando así, entre todos, distintos aspectos de la vida de los inkas. Por último, cada chico redactó en su carpeta lo que descubrió como detective de imágenes sobre la vida de esta civilización que seguimos estudiando.
Es así que los chicos hacen Ciencias Sociales en la escuela. En el ejercicio de aprender a mirar esperamos que construyan su propia mirada, crítica y a la vez en comunidad, a contramano de aquellas miradas superficiales e ingenuas que se proponen en algunos espacios por fuera de la escuela.
Actividades como esta suelen motivar mucho a los alumnos, más cuando reconocen claramente en la propuesta la posibilidad de ser ellos mismos los protagonistas de lo que hacen en clase. Trabajaron divertidos y con compromiso. De sus conclusiones podrán ustedes, lectores y lectoras de esta nota, observar la riqueza de sus reflexiones. Les comparto algunas de ellas, así como las imágenes que dieron pie a la actividad.