Cuántas veces, cuando intentamos comunicar algo, nos parece que las palabras no son suficientes para expresar lo que queremos o que no encontramos las más adecuadas para hacerlo. Pero ¿qué sería de nuestro intento de expresión sin ellas?
En este taller, que diseñamos en conjunto entre las asignaturas Lengua y Artes (Música y Artes Visuales) de 2º Año, nos propusimos incentivar el proceso creativo y desarmar la lógica lineal de la escritura incorporando otras formas de expresión y comunicación, para, después, volver a armar estructuras distintas y darles otros sentidos. Jugamos con los sonidos y las imágenes, que nos sirvieron como disparadores para trazar caminos posibles para ejercitar la creatividad.

Previamente, en cada asignatura, se habían desarrollado los contenidos que constituyeron el soporte necesario para comenzar con este recorrido. Se trabajó en la creación de haikus; se propusieron proyectos visuales con formas abstractas, asociaciones de palabras con sensaciones y se produjeron poesías con técnicas surrealistas. Además, se llevaron adelante análisis de letras de canciones de distintos géneros musicales.
Antes de empezar el juego de palabras, les pedimos a los estudiantes que buscaran en sus casas tres objetos. Cada uno debía cumplir con una de las siguientes características: “algo nuevo”, “algo viejo”, “algo prestado”.
Al llegar al SUM, fueron dejando los objetos pedidos y elegidos por ellos mismos en el espacio que correspondía a cada tipo. Los organizamos aleatoriamente en tres grupos y los hicimos rotar por estos tres espacios (Algo nuevo, Algo viejo, Algo prestado). A medida que terminaban de realizar las consignas que los esperaban en cada uno, pasaban al siguiente.

Algo viejo. Cada uno trabajaba en la reconstrucción de la memoria de su propio objeto. El objeto tenía que contar por qué había sido elegido, cómo había llegado, qué representa para quien lo había traído y qué marcas había dejado en él el paso del tiempo, además de expresar cuáles eran sus sueños, qué quiere, qué escucha, qué ve y qué piensa.
Algo prestado. Trabajaron de a dos. Cada pareja recibió una tira de papel y sus integrantes intercambiaron los objetos traídos. Sacaron el celular y los auriculares. A partir del objeto recibido, pensaron una canción. Luego, mientras uno escuchaba, el otro debía detener intempestivamente la reproducción; finalmente, tenían que registrar en la tira de papel la última frase que el primero había escuchado antes de que se pausara la canción.
Algo nuevo. Cada uno eligió un objeto que no era el propio. Jugaron a dar características del objeto con palabras inventadas a partir de sílabas que encontraban en el espacio y habían sido previamente recortadas de carteles y titulares de revistas. Las fueron pintando en el papel grande que estaba dispuesto en ese espacio.

Luego del taller, en cada asignatura se retomó el material que quedó de los juegos de palabras para la elaboración de diversos formatos de poesías visuales y construcciones espaciales en las que se asociaron la palabra y la forma, la distribución en el espacio y los colores para organizar las frases.
También buscamos combinar, según las distintas sonoridades, las palabras inventadas para armar frases musicales que nos permitieran explorar cuestiones rítmicas y melódicas. Utilizamos esas frases para generar instancias de improvisación musical y, en una segunda instancia, crear estrofas y dar lugar a la organización de letras de canciones.
A través de este juego de palabras, propusimos técnicas simples y disruptivas que logran desarticular la lógica de la estructura lineal y nos acercan a la posibilidad de crear sentidos nuevos y expresarnos desde un lugar que no está previsto. Como puertas de ingreso al mundo de la creación para encontrar modos posibles de animarse a romper con el vacío que produce la hoja en blanco.