La escuela, el lugar de lo humano
No sé más qué hacer en esta tierra incendiada sino cantar.
Jorge Fandermole, “Canto Versos”.
La escuela es un territorio mutante, cambia de forma, se amplía. Los antiguos formatos escolares se van rompiendo gradualmente, sin llegar a emerger en forma clara una nueva escuela. Este tema es objeto de debate a nivel mundial: ¿qué escuela?, ¿para qué mundo?, ¿para qué adolescentes?
Esta institución es hoy una protagonista más de estos tiempos de incertidumbre en los que las turbulencias conviven con una sensación generalizada de agotamiento, que se suma al aislamiento que persiste como uno de los legados de la pandemia. Lo singular, lo vincular y los problemas sociales adquieren cada vez más centralidad y complejizan la tarea.
Ante lo incierto y lo complejo, concebimos a la escuela como un lugar de resistencia que, aun sin certezas, entiende que es necesario sostener y reforzar lazos a través de una energía colectiva y consciente, en contraposición a la deserción pasiva y al desánimo dominantes.
Vivimos en un tiempo dominado por las redes sociales, en el que las relaciones se caracterizan por la aceleración, por la intensificación infinita de la información pero, sobre todo, por estar mediadas por dispositivos. A contramano de esto, en la escuela, seguimos apostando por la presencia de un otro como clave para el crecimiento, por la construcción colectiva y por la empatía como valor que sostiene el mundo en el que nos reconocemos como seres humanos.
Como venimos afirmando desde hace años, la escuela debe ser también el lugar de la desaceleración; de dar tiempo a los procesos, de “perder el tiempo” en proyectos valiosos, de detenernos para escuchar y elegir qué rumbo tomar. La escuela se convierte entonces en espacio de una nueva tensión entre dos modos de concebir el tiempo: el tiempo cronológico (y tiránico) de Cronos, al que debe responder, y el tiempo cualitativo de Kairós, que permita respetar los presentes de cada uno y los procesos personales y grupales.
Todos estos posicionamientos requieren del indispensable diálogo con la concepción de la escuela que tiene cada familia y del reconocimiento de la autoridad pedagógica y del rol profesional docente.
Este año, la irrupción de los debates acerca de la Inteligencia Artificial y la masificación de su uso, nos llevaron a repensar nuestro vínculo con las nuevas tecnologías. Como afirma el filósofo Franco Berardi, “el problema es cómo la pantalla se ha apoderado del cerebro, cómo la tecnología digital está modificando la cultura, pero también la actividad cognitiva, y a nivel más profundo, la estructura neurofísica misma del cerebro humano”. Por eso, sin negar el papel cotidiano de las innovaciones tecnológicas, es clave no perder de vista que esto requiere de un mayor foco en el desarrollo de competencias cognitivas y emocionales para alinear las máquinas a los “valores humanos” y no a la inversa.
Acá estamos, en la escuela, para pensar entre todos el sentido de este mundo complejo, sostener valores y defender la alegría. La escuela debe ser siempre el lugar de lo humano.
Celebramos la democracia
La escuela es un espacio democrático en el que se ponen en juego el valor de la escucha, el respeto por la diversidad, la pluralidad de voces, los acuerdos de convivencia y la participación activa para su construcción. Cada día, ejercemos estos principios y nos comprometemos en la formación de ciudadanas y ciudadanos conscientes de la realidad social.
Para convivir en sociedad, es importante poder pensar acerca de las propias decisiones y ejercer distintas formas de participación. Los derechos no han existido siempre: son el resultado de un proceso que se fue gestando a lo largo del tiempo, de la historia, y que continúa en desarrollo con avances, retrocesos, aprendizajes y reflexiones a partir de la realidad.
En Argentina, este 10 de diciembre se cumplen cuarenta años desde el regreso de la democracia y este ha sido un eje transversal e institucional que se materializó en todos los grados y que fue tomando distintas formas en cada momento: a través de proyectos áulicos articulados con áreas especiales en los que se dio prioridad a la construcción de miradas críticas sobre los temas abordados; con ciclos de charlas en los que nos propusimos invitar a especialistas de distintas materias para ampliar nuestros aprendizajes en temas como el cuidado del agua y el medio ambiente, la higiene y el cuidado del cuerpo, la educación para convivir en una sociedad de consumo, el etiquetado de alimentos, el reciclado y la reutilización, el análisis crítico de mensajes publicitarios, la huella digital y el uso de las redes sociales.
En este marco, también realizamos salidas didácticas: con Primer Ciclo, fuimos al Ecunhi; con 6° y 7° Grado, al Congreso; con 7º Grado, además, al Museo Ana Frank. Se trata de propuestas enmarcadas en el abordaje de contenidos de cada grado. También recibimos la visita de la Compañía Teatral Cuarto Creciente, que realizó tres obras para toda la escuela: ESI, Sí; Pasión y mandato, libertad al Virreinato, con la que recorrimos los momentos y personajes que forjaron nuestra historia nacional; y Reviviendo nuestra historia, en la que reflexionamos sobre la construcción de los procesos democráticos en nuestro país.
A su vez, tuvimos espacios de convivencia en los que pusimos en primer plano la pluralidad de voces y la posibilidad de establecer acuerdos para habitar la escuela. En esta misma línea, convocamos dos encuentros con familias para pensar juntas y juntos sobre la ESI, sus alcances y dilemas, para construir criterios comunes como comunidad educativa.
Como cierre institucional, el 24 de noviembre compartimos la fiesta de fin de año: se trató de un evento musical en el que recorrimos la historia argentina a través de canciones y géneros que nos constituyen, nos unen y nos brindan una identidad compartida. Fue un lindo momento que vivimos como colectivo, con la historia musical de nuestro país y de otras partes del mundo como telón de fondo.
Hacia delante, nos proponemos continuar trabajando siempre en este sentido democrático: nuestras puertas están abiertas a escuchar, reflexionar y construir en un diálogo genuino con nuestros estudiantes y sus familias.
Concurso literario
En el marco de la fiesta de fin de año, también anunciamos los premios de nuestro Concurso Literario.
Ganadora de 1° Ciclo: Bianca Del Giudice (3° Grado)
Cuento: “Una vida sin comienzo ni final”
Mención especial “Historia original”: Monserrat Rueda Campaña (1° Grado)
Cuento: “Si una cocodrila te pide azúcar”
Mención especial “Descripciones interesantes”: Amparo Salgado (2° Grado)
Cuento: “El tridente mágico”
Ganador de 2° ciclo: Dante Ozcoidi (7° Grado)
Cuento: “Ni olvido, ni perdón. Justicia”
Mención especial “Escenario asombroso”: Amelie Kuzmuk (4° Grado)
Cuento: Tigrito.
Mención especial “Recursos literarios”: Fermín Bilbao Lisdero (5° Grado)
Cuento: “El violín que trajo el viento”
Mención especial “Narrativa atrapante”: Valentina Mariasch (6° Grado)
Cuento: “Una chica hecha de agua, más agua que chica”
Compartimos un fragmento del cuento ganador de 2º Ciclo, cuya temática gira en torno a la democracia:
“Ni olvido ni perdón, justicia”
por Dante Ozcoidi (7º Grado)
La vida es historia, si no disfruta la historia no escribe en su memoria, la libertad es la tinta de esta escritura. En este caso la historia está escribiendo tortura, engaño, tristeza, violencia y muerte. Hay veces en las que estos pecados se marcan en la historia.
Retira la hoja de la máquina de escribir.
Un escritor triste, que escribe en dictadura militar. Redacta en contra de los golpistas, encabezados por el dictador Vicente Viema.
Este escritor, triste en soledad, perdió a su hijo. Fue secuestrado a la madrugada, se intentó resistir con gritos y llantos. Desde ese entonces este escritor escribe para él, para tener alguien con quien expresarse. Un capítulo de su historia empieza así:...
Más democracia, más derechos
Desde 1983, todos los diez de diciembre conmemoramos el Día de la Restauración de la Democracia, en recuerdo de la asunción de Raúl Alfonsín como presidente de la Nación. Cuarenta años después, es importante reflexionar sobre los acontecimientos de la historia nacional y la recuperación de los derechos que la dictadura cívico-militar anuló: derecho a la identidad, a la libertad, a la expresión, a la salud, a la protesta, a la participación; derechos esenciales para una sociedad democrática.
La escuela es un actor fundamental para asegurar la transmisión de saberes y experiencias, en tanto permite a las niñas y los niños comenzar a participar del ejercicio de una ciudadanía democrática. Por eso, este año, en el Jardín, fuimos habilitando espacios, trabajando, vivenciando y destacando la importancia de nuestros derechos.
En el caso de la Sala de 5, abordó el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, el 24 de marzo, a través de la literatura, narrando cuentos que habían estado prohibidos durante la dictadura, tales como Monigote en la arena y La torre de cubos, de Laura Devetach; Un pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc; y Quien le puso nombre a la luna, de Mirta Goldberg. Conversaron sobre lo sucedido en aquella época, sobre la identidad y lo trascendental que son tanto la libertad de elegir como el respeto a las diversas formas de pensar. Como cierre de esta secuencia, eligieron el cuento de Beatriz Doumerc y construyeron una ciudad a la que llenaron de colores.
En la Sala de 2, con la participación de las familias, se trabajó sobre el derecho a la identidad: el derecho que tenemos todas y todos a saber quiénes somos y quiénes queremos ser. Realizaron un collage con los nombres y nos contaron por qué los habían elegido y cuál era su significado.
A través del proyecto “Un viaje por nuestro cuerpo”, la Sala de 3 se concentró en el valor del propio cuerpo y en el respeto por la intimidad (propia y de los otros), conociendo sus cuidados y sus partes y el derecho a la salud, expresando sentimientos, pensamientos y emociones.
En Sala de 4, tomaron el juego como un derecho fundamental para el desarrollo, el aprendizaje y la construcción de la ciudadanía. Escucharon el cuento “Armando”, de Fernando Pérez Hernando. Luego, realizaron una votación para elegir un juguete (las opciones eran una pelota o un muñeco o muñeca de apego).
De acuerdo al resultado obtenido en la votación, con cuarto oscuro y urna de por medio, confeccionarán el juguete seleccionado por la mayoría.
Todo el Jardín participó de Cocina y democracia, una historia sin receta: un espectáculo que con música, canciones, técnicas de circo y humor nos recuerda que vivir en democracia nos ha transformado, nos ha permitido tener más derechos y disfrutar de la libertad.
Finalmente, como cierre del año, viaja por las Salas la caja “Más democracia, más derechos”, con poesías, canciones, juegos y cuentos.
Sabemos que vivir en una sociedad democrática requiere convivir con otras opiniones, otras necesidades, otras formas de pensar, otras costumbres, otras maneras de mirar el mundo. Si respetamos esas diferencias y aprendemos a convivir con ellas, tendremos una sociedad más justa y equitativa.