Existe un universo fascinante más allá de nuestro sentido de la vista que las y los estudiantes de 4º y 5º Grado decidieron explorar.
En el marco del bloque temático “Seres vivos”, desarrollado en el Área de Ciencias Naturales, llevamos adelante un proyecto de investigación sobre los microorganismos; tal como lo indica la palabra, hablamos de organismos tan pequeños que son inexistentes para nuestra vista. Portadores de vida y fundamentales en nuestra cotidianidad, aparecen efectuando diversos movimientos, con formas y estructuras definidas al ser observados a través del microscopio.
Los objetivos del proyecto “La vida que no vemos a través de los ojos” estuvieron basados en reconocer que existen diversos seres vivos que no vemos a simple vista, fomentar la curiosidad científica e impulsar la observación crítica.
A través de un gran estudio teórico y de diversos experimentos prácticos, las chicas y los chicos se trasladaron al laboratorio del Nivel Secundario y fueron guiados por la profesora Belén Barrantes, con quien trabajaron con muestras de sangre y músculo, como así también con alimentos que utilizan en su vida cotidiana, tales como papa y cebolla.
Se maravillaron ante la variedad de formas, colores y movimientos y se asombraron del universo que existe en elementos que observamos con nuestros ojos y parecen no guardar un secreto en su interior.
A su vez, realizaron un experimento en el aula utilizando agua con temperaturas altas y bajas, azúcar y levadura. De esta manera, generaron las condiciones necesarias para que el microorganismo perteneciente al reino de los hongos crezca ¡los recipientes quedaron muy pequeños al rebalsar de levadura!
Por otro lado, indagamos sobre microorganismos muy importantes que suelen habitar nuestro cuerpo conocidos como virus y bacterias, descubrimos qué condiciones necesitan para vivir y desarrollarse, por qué en muchos casos nos enferman, cómo podemos prevenirlos y de qué forma descubrir su presencia. También aprendimos que muchas bacterias, a pesar de su “mala fama”, son indispensables para las funciones vitales de nuestro cuerpo.
El estudio de estos organismos diminutos nos permitió reconocer que la ciencia está en constante revisión y evolución, gracias al trabajo de numerosos científicos. Sin la curiosidad de Robert Koch, sería difícil identificar las bacterias, y sin la dedicación de Galileo Galilei, no habríamos logrado observar con tal claridad las formas de estos pequeños portadores de vida.
Este proyecto nos enseñó que la ciencia comienza con una mirada crítica y atenta hacia lo que nos rodea, incluso hacia lo que no podemos ver. Así, las y los estudiantes no sólo ampliaron su conocimiento sobre el mundo microscópico, sino que también cultivaron una nueva forma de apreciar la complejidad de la vida en todas sus dimensiones.
Autora: Mayra Obino