Nuestra sensibilidad nos permite conectarnos con el mundo; percibir aquello que muchas veces no se verbaliza; comprendernos los unos a los otros.

El filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi explica que esta facultad lejos está de ser meramente receptiva y la describe, antes bien, como una acción en el entorno. El acto creativo está íntimamente ligado a la sensibilidad. De ahí que estimular todas aquellas habilidades que facilitan la comunicación, la vida cotidiana y las relaciones afectivas y vincularlas al acto creativo sea uno de los horizontes que orienta nuestro modo de hacer arte en la escuela.
Pero ¿qué sucede con la sensibilidad en este tiempo de adaptación en nuestra forma de conectarnos con el mundo y con los otros? En Artes, entre la virtualidad y la presencialidad, trabajar en la tridimensión nos permitió explorar las propiedades táctiles, cromáticas y corpóreas de los materiales y mantener el contacto y dar lugar a lo sensible.
Comenzamos explorando diferentes estrategias para salir del plano bidimensional y generando formas tridimensionales; utilizando al papel como medio principal y también al cartón; observando el trabajo de algunos artistas que los utilizan en sus obras. Por medio de plegados, curvaturas, pegados, calados y otras técnicas que fueron desarrollando, los estudiantes empezaron a generar espacios tridimensionales o con relieves.
A los chicos de 2º Año B, les propusimos construir máscaras con cartón reciclado. Se inspiraron en animales, en personajes de ficción creados por ellos mismos, en ejemplos clave de otras cosmovisiones.
Las máscaras fueron utilizadas, en distintas épocas, por todas las culturas. Como centro de diferentes rituales o como forma de protección. En la actualidad, por ejemplo, cuando usar tapabocas es para nosotros imprescindible, nos topamos en la calle con ideas de lo más variadas para resolver esa necesidad.
Con este plan, los chicos recuperaron y sanitizaron elementos de cartón que iban descartando en sus casas para usar como material. Luego, trabajaron con la técnica de construcción, es decir, ensamblando diferentes superficies y uniendo partes para llegar a la forma deseada, modificando aquella que traían los materiales recolectados. Después de realizar la construcción con cartón uniendo las partes con cinta de papel, aplicaron capas de papeles con plasticola diluída con la técnica de cartapesta para unificar la superficie, dar mayor rigidez y unir con mayor firmeza aquellas partes en las que habían añadido material.


Junto a los chicos de 2do Año A, en tanto, compartimos parte de la producción del artista israelí Yaacov Agam. Hicimos foco en sus agamógrafos: un conjunto de obras que “cambian” a medida que el espectador se mueve en el espacio. A las conocidas tres dimensiones (alto, ancho, profundidad), Agam agrega una cuarta: el tiempo, porque para recorrer sus obras se necesita movimiento y el movimiento se da en el tiempo.
Trabajamos, entonces, en la realización de dos imágenes bidimensionales que, al ser fragmentadas y al ser entrelazados y unidos los segmentos de una y de otra sobre una superficie plegada, generaron un agamógrafo.
Como cierre de estos proyectos, realizamos una muestra en los pasillos del Glaux: de este modo, las máscaras y agamógrafos se transformaron en parte del recorrido que hacemos cotidianamente, del espacio y el tiempo compartidos en la escuela.