Con los chicos de la Sala de 5 armamos “El botiquín de primeros auxilios”: conocimos cuáles son los elementos que sí o sí tiene que haber en él y cómo se utilizan.

Mientras armábamos este botiquín, nos fuimos dando cuenta de que todos esos elementos (curitas, gasas, algodón, agua oxigenada) sirven para cuando nos lastimamos alguna parte del cuerpo. Por ejemplo, si al correr en el patio nos raspamos la rodilla o si, sin querer, nos caemos porque nos tropezamos con algún juguete. Además, cuando vivimos situaciones como estas nos sentimos enojados, tristes, tenemos miedo. Pero ¿cómo hacemos para no sentirnos así? A partir de este interrogante, nos propusimos confeccionar nuestro propio botiquín... de emociones.
Lo primero que hicimos fue comenzar a identificar cuáles son las emociones (alegría, enojo, tristeza, miedo, amor) que experimentamos en diferentes circunstancias a través de la lectura de los cuentos El monstruo de los colores de Anna Llenas y Las emociones de Nacho de Liesbet Slegers. Luego, cada uno fue comentando qué lo hace feliz (jugar con sus amigos, las sorpresas, su cumpleaños), qué le da miedo (los bichos, un trueno fuerte), qué lo enoja (que le quiten un juguete, que no lo dejen jugar con el celular). Una vez que identificamos las emociones, nos pusimos manos a la obra para empezar a armar nuestro propio “Botiquín de emociones”.

Comenzamos por crear, en hojas autoadhesivas, pequeños dibujos que les daban felicidad (por ejemplo: corazones, el arco iris, caritas felices) y que se transformaron en curitas, para utilizarlas cuando nos sentimos tristes. Otro elemento que confeccionamos fue la botella de la calma, para cuando nos sentimos enojados o fastidiosos. Para esto, llenamos una botella con agua y le agregamos pintura de color y brillitos. Pensamos cómo se utiliza: si nos llegamos a sentir enojados por algún motivo, entonces podemos agitar nuestra botella de la calma, respiramos hondo y nos fijamos, en silencio, en cómo los brillos se mueven y se deslizan por el frasco, hasta que, finalmente, todo se calma.
Para enfrentar al miedo, armamos un mandala con papel celofán de colores que, al ser iluminado con una linterna, refleja estos colores en la pared o el suelo, para que ese “miedo” se vaya lejos.
Realizamos, también, un termómetro en el que dibujamos las diferentes emociones (alegría, tristeza, miedo, enojo), con el propósito de que los niños registren qué emoción sienten y la marquen con un brochecito. Para terminar, necesitábamos un lugar accesible y amplio (como el botiquín de primeros auxilios) para poder guardar todos estos elementos. Por eso, pintamos una valija realizada con material reciclado. Para darle un buen uso, confeccionamos un instructivo. Si se sigue al pie de la letra, permite transformar cualquier malestar en alegría.
Además, durante el armado del botiquín compartimos una biblioteca virtual con cuentos y videos propios de cada emoción.
Con estas actividades buscamos que los chicos de la Sala comiencen a reconocer tanto las emociones que sienten como las que sienten los demás. Que puedan identificar si tienen un malestar y ponerle nombre, pero también conocer aquello que les ayude a mejorar y sanar.
El “botiquín de las emociones” les aporta bienestar y los ayuda a gestionar sus emociones: a anticiparlas, a sobrellevarlas, a contrarrestarlas. Ahora mismo está viajando por alguna de sus casas, para que puedan compartir esta experiencia con sus familias.