Este año, las y los estudiantes de 2° Año visitaron el Ecoparque construido por la cooperativa de Recicladores Urbanos del Oeste (RUO) en el barrio de Caballito. Durante la visita guiada, las promotoras ambientales les explicaron la importancia de la separación de residuos, el recorrido que realiza la basura en la ciudad y la historia del reciclaje.
Se estima que la Ciudad de Buenos Aires genera mensualmente más de 200 mil toneladas de residuos: el equivalente a la Plaza de Mayo cubierta por una montaña de 32 metros de basura o a la totalidad de la Avenida 9 de Julio llena de punta a punta con un metro de altura de desechos. Las cooperativas de recuperadores trabajan junto con el Gobierno de la Ciudad en la recolección y gestión de los materiales reciclables evitando que terminen en un relleno sanitario o contaminando espacios verdes y reincorporándolos al circuito productivo.
Los chicos y las chicas pudieron aprender sobre la transformación del predio de Caballito, que pasó de ser un playón ferroviario devenido en baldío a convertirse en un pulmón verde abierto a la comunidad. Allí funciona una huerta que produce alimentos para el consumo de las y los trabajadores y para la venta al público y un parque sembrado con especies nativas. También se dictan talleres de oficio que utilizan los materiales recuperados, promoviendo la economía circular, y que es un espacio en el que los miembros de la cooperativa pueden recibir contención y acompañamiento.
De vuelta en el colegio, nos propusimos desgranar la experiencia. En grupos, prepararon informes sobre diferentes aspectos relacionados con el ecoparque, las cooperativas de recicladores y su vínculo con la sociedad.
En la asignatura Matemática, reflexionamos sobre nuestro colegio como espacio generador de residuos y analizamos si realizamos una separación adecuada o si habría aspectos por mejorar. Para abordar esta inquietud, ambos cursos diseñaron encuestas y recorrieron los pasillos para conversar con estudiantes de todos los años. Aplicando lo trabajado en estadística, cada grupo procesó los datos obtenidos y presentó un informe con hipótesis de estudio, conclusiones y propuestas.
En Artes trabajaron en forma colaborativa reuniendo materiales recuperados y separándolos por su procedencia para luego trabajar en grupos, eligiendo un material para proyectar formas tridimensionales. Cuando pensamos en una forma tridimensional, la escultura es el lenguaje que utilizamos habitualmente en arte. Pero también los objetos, las vestimentas y la arquitectura son tridimensionales. En equipos de trabajo de tres o cuatro integrantes imaginaron, dibujaron y realizaron esas formas en el material elegido, prestando atención a sus características. También exploraron qué herramientas son más apropiadas para fragmentar y unir las partes para componer las formas en el espacio.
A lo largo del proyecto aprendimos que cada problema que enfrentamos —desde la gestión de nuestros propios residuos hasta los desafíos más amplios de nuestra ciudad— puede ser una oportunidad para pensar y actuar de manera colectiva. Cuando analizamos una situación, escuchamos otras miradas y asumimos que somos parte del problema, también descubrimos que podemos ser parte de la solución. Trabajar en equipo nos permite imaginar caminos posibles, construir propuestas y fortalecer la idea de que el cambio empieza por comprender, participar y comprometerse juntos.
Autoras: Gabriela Muollo y Beatriz Lastra