Este año, en la Sala de 4, recibimos nuevos compañeros y compañeras, y con ellos la oportunidad de volver a mirarnos, reconocernos y aprender a encontrarnos. Inspirados en la poesía “Puentes” de Elsa Bornemann, emprendimos un camino en el que el arte, la palabra y el juego nos ayudaron a tender lazos que acercan, sostienen y acompañan.

A partir de la poesía, descubrimos que los puentes no son solo construcciones: también son gestos, abrazos, miradas y manos que se ofrecen cuando alguien las necesita. De la mano del artista Claude Monet viajamos por sus pinturas llenas de calma y colores suaves, observando cómo, en cada una de ellas, el puente se convierte en un símbolo de encuentro. Luego recreamos nuestras propias obras y construimos, entre todos, un inmenso puente colectivo, donde cada sello y cada trazo representó la presencia de un otro dispuesto a compartir.
En los espacios lúdicos, construimos puentes con madera, cartón, telas y bloques; pero también levantamos otros invisibles: los que nacen cuando nos escuchamos, cuando esperamos el turno, cuando ayudamos a cruzar al compañero que está del otro lado. Descubrimos que jugar en equipo es otra forma de cuidarnos.


Como cierre de esta experiencia, creamos un mural colectivo y un “puente de palabras amables” donde quedaron guardados los mensajes que fortalecieron nuestros vínculos a lo largo del proyecto. Porque aprendimos que la solidaridad también se escribe, se dice y se siente.
Este recorrido fue una invitación a encontrarnos, a mirarnos con ternura y a recordar que cada uno es parte importante del otro. Este año construimos puentes de amor, y esos puentes… ya nos quedaron para siempre.