En agosto, los estudiantes de 4º Año conversaron con la escritora de cuentos infantiles, que por primera vez accedió a realizar una entrevista con adolescentes. La charla giró en torno a una perspectiva educativa, abordando temas tabú, tales como el abuso sexual y la ESI.

En todo momento, la escritora se mostró empática y simpática con nosotros, los estudiantes. Respondió con entusiasmo las preguntas y se extendió para poder asegurar nuestro completo entendimiento de sus opiniones e historia de vida. Más allá de que la timidez haya ganado a la hora de realizar algunas de las preguntas, se puede decir que la comodidad invadió el ambiente en todo momento.
Colectivamente, pensamos mucho en cómo era su proceso de pensamiento para escribir cuentos dirigidos a un público infantil o adolescente pero que, de todos modos, contienen una temática fuerte o controversial. Por ejemplo, el maltrato en los hogares. Nos dimos cuenta de que tocaba mucho el concepto de “familia disfuncional” o mencionaba mucho a su figura paterna, es por eso que la curiosidad adolescente se presentó.

―Nosotros leímos en clase Sola en el bosque e interpretamos esa situación como un abuso familiar, ¿vos pensás que los chicos entienden este mensaje?
―Depende de las experiencias que tuvo ese niño o niña. Al primero al que se lo leí fue a mi hijo. Él se quedó con la idea de ese lobo animal; en ningún momento lo trasladó a otra situación. Le pregunté “¿qué entendiste?”, y él me contestó “que si alguien te hace algo que no te gusta o que te asusta, se lo vayas a contar a un adulto”.

―Vos decís que la literatura te salvó, ¿cuál sería el rumbo de tu vida sin ella?
―Qué buena pregunta, ¿sabés qué creo que hubiese sido? Yo siempre digo que si pudiese volver el tiempo atrás sería maestra de Jardín o de Primaria, es algo que descubrí de adulta, algo que me habilitó. Yo prefiero estar con chicos dando talleres, charlando, más que con un adulto. A medida que crecemos, perdemos cosas muy lindas: sensibilidad, empatía. Así que hubiese sido feliz así.

―¿En qué momento de tu vida te diste cuenta que te gustaba escribir?
―Yo escribía ya desde adolescente. Me servía para sacar todo lo que tenía adentro. Tenía muchos diarios íntimos, que tengo todavía guardados, donde describía cómo me sentía. La adolescencia es una etapa compleja, o lo fue para mí; tenés muchos complejos y traumas. Me obsesioné mucho con el tema del peso, estaba muy pendiente de eso. Había dejado de disfrutar las cosas porque me obsesionaba y leer me sirvió un montón. Me salvó de un montón de cosas.
A los diecisiete empecé a escribir cuentos para adultos de un humor ácido, bastante. En general tenían que ver con los desamores, las relaciones de pareja frustradas. Eso fue hasta que nació mi hijo Tobías.



Yo, en su momento, estudié periodismo porque cuando tenía dieciocho mi familia me decía: “Tenés que estudiar algo que te dé plata” y nunca se me cruzó la idea de seguir Letras o ser escritora. Entonces seguí periodismo porque me gustaba escribir. Trabajé muchos años en un diario muy conocido.
Cuando nació mi hijo, empecé a pensar que me iba a preguntar si yo había seguido mis sueños, y mi sueño siempre había sido publicar un libro. Entonces me agarró el ataque, porque le iba a tener que decir que no. Paralelamente, cuando él nace, me empiezan a salir los cuentos de niños. Sin buscarlo, empezaron a brotar solos.
Entonces me digo: “No, bueno. Es por algo esto…” y me decidí a cumplir mis sueños y a escribir uno. Empecé a buscar una ilustradora que me encantara. La ilustradora es Caru, que ilustró Sola en el bosque y más.
Nos conocimos en la Feria del Libro y nos dimos cuenta de que teníamos en común muchas cosas. Además, uno de los tantos temas que nos conectaba y que nos convocaba era el de Sola en el bosque, que aborda la problemática del abuso infantil y la violencia familiar, infantil y adolescente.
Ambas pasamos por situaciones de abuso: ella en su infancia y en su adolescencia, yo solo en mi adolescencia. Siempre lo nombro porque se cree que el abuso pasa cuando sos chiquito, porque no te podés arreglar; pero no, de adolescente y de preadolescente también te pasa. La realidad es que nadie está preparado para un abuso.

―El libro Sola en el bosque, ¿fue difícil de publicar por los temas que aborda? ¿Te pusieron barreras, obstáculos?
―El libro diez años antes no se hubiera podido publicar. Incluso cuando lo hicimos dijimos: “Bueno, se lo presentamos a la Brujita de Papel”, pensando que no nos iban a dar bola. Las temáticas de la editorial venían por otro lado. Se lo mostramos igual y se quedaron sorprendidas. Nos dijeron: “Es duro pero necesario. Te lo vamos a publicar”. Y la verdad ellas creyeron que no iba a funcionar. No es un libro que te recomienden en la librería para regalarle a una nena de once años por su cumpleaños. Este libro lo buscás. Sin embargo, ya va por su tercera edición. Hay una necesidad de hablar impresionante. De hecho, cuando con Caru empezamos a presentarlo, vimos esta necesidad de hablar del tema, por lo que organizamos conversatorios en los que consultar y debatir.

Nadie en la sala de la biblioteca esperaba que se abordara con tanta profundidad la problemática del abuso. Fue un momento shockeante. Pero todos los estudiantes, al final, podemos coincidir en que es esencial hablar de estas temáticas en las edades de crecimiento. Gracias a las ideas que nos intentó transmitir esta escritora podemos afirmar que Magela Demarco realmente busca que cada niña, adolescente, y hasta adulta, comprenda la dimensión de este problemática y pueda sentir que no está sola en caso de sufrir o haber sufrido una situación parecida.