Una orquesta es un encuentro entre personas que comparten un tiempo y un espacio, una partitura y el gusto por la música. Parece sencillo, pero contiene toda la complejidad de un ensamble: precisión, disposición, atención y sintonía.
En octubre, viajamos con parte de la Orquesta Clave de Glaux a Olavarría para participar de un encuentro de agrupaciones musicales. Se trató de una experiencia que superó las expectativas de todas y todos.
Este proyecto se gestó de a poco, cambió de rumbo y, finalmente, se transformó en otro. Para abordarlo, se necesitaba recaudar dinero. Entonces, se realizaron rifas y se organizó un bufet para los actos escolares, lo que permitió financiar el viaje. Las familias crearon un microemprendimiento de venta de uniformes usados que estaban en excelentes condiciones. De esta manera, la participación de los papás y las mamás hizo posible que se materializara la propuesta.
Ensayos, reuniones, debates: trabajar en conjunto para lograr objetivos comunes. Cada quien desde su lugar aporta lo que puede y así se va armando.
Finalmente llegó el viaje y con él los momentos compartidos: encontrarnos en otro sitio, conocernos en otros contextos, hablar de otras cosas. Y, por supuesto, tocar en la orquesta: esa magia que nos regala este grupo bajo la dirección de Karina, hacedora de este hechizo colectivo.
Lo que nos dejó esta experiencia fue un gran entusiasmo por seguir recorriendo el camino; orgullo por sabernos capaces de compartir y de crear y también certezas acerca del modo en que elegimos pensar la escuela.
Por Andrea Tricarico